Carta a mis maestros.
Hoy reflexioné: ¡Cómo corre el tiempo, cómo se nos escurre y escapa afectando todo lo que toca! Hoy me detuve por un instante y reflexione la incesante carrera de la vida, para notar qué tan lejos me ha llevado.
Me pregunto... ¿Cómo sería una escuela sin maestros?
Sería sólo un patio de recreo que sin guía y sin provecho se volvería monótono después de un tiempo.
Pense en cada maestro que he tenido a lo largo de mi vida, estoy segura que ellos ya han marcado mi vida.
Aún recuerdo a mis maestras de escuela, y me alegro infinitamente al verlas. Ellas me mostraron que la escuela era un buen lugar; me dieron herramientas como los números y las letras y finalmente me dijeron adiós, como les han dicho a tantos niños más. Sin embargo, aún ahora, las he encontrado y me he alegrado al notar que no me han olvidado. ¡Qué profunda es la memoria del que enseña y no olvida los tropiezos y triunfos del alumno!
En la escuela, descubrí en los maestros no sólo enseñanzas, también consejos. Fueron mis maestros los que me apoyaron cuando parecía que en la escuela nadie más lo haría. Y es que fue en la escuela donde sufrí más, donde creí que estaría sola por siempre, (ya que fue en esta etapa que mis padres se separaron) Me equivoqué: En los momentos de mayor desesperación, aparecían mis maestros y me tendían la mano. En ellos encontré un refugio y un aliento que me impulsó a pasar a una nueva etapa. Curioso es ver cómo todos me prepararon para lo que seguía, no deseando aprisionarme, sino ayudarme a volar aún más alto.
Pasé entonces a la secundaria, y me encontré con muchos más maestros de los que jamás había tenido conocimiento. Algunos altos, otros bajos, delgados y llenitos, enojones y bondadosos.
Cada uno de ellos me ha dio algo, me ha mostró qué es lo que me gusta, me aconsejaron cuando me ví en problemas, me alentaron para llegar siempre más alto o me obligaron a usar mis mejores argumentos para apoyar mis ideas, aún cuando éstas erán en su contra.
Pienso por ejemplo en los maestros que su clase era tan buena, que me muchas veces me vi obligada a buscar información por mi cuenta, o aquellos que por no contestar a una de mis preguntas, me mantuvieron ocupada investigando por horas.
No olvido los consejos de mis maestros, las horas platicando con mis maestras cuando mi mejor amiga y yo nos separamos para cada una irnos a estudiar a otra ciudad, o el libro que me prestaron para distraerme de mis problemas, o todo el tiempo que pasé platicando con aquél maestro que me ayudó a tomar una decisión importante.
A diario escucho la voz memorable de la maestra de Español, o del maestro de Inglés, o del de Matemáticas, que nos invitan a llegar más lejos, a aprender más, a esforzarnos un poco. Que nos llaman cuando nos salimos del camino.
Recuerdo con particular sonrisa las discusiones con el profesor de Historia, o de Contabilidad, o el de Deportes. Y siempre, después de discutir, terminaba exhausta, pero sé que en cada discusión tuve un aprendimiento mucho más que en una clase normal.
Recuerdo aún a todos los maestros a los que les hicimos el trabajo imposible, aquellos a los que no quisimos escuchar. Aún pagamos caro ese descuido. Aún pesa la falta de interés, las angustias cuando presentavamos los exámenes o cuando queriamos recordar lo que viviamos en la clase.
Ella es la Profesora Rosibel Rodriguez, mi primer maestra de escuela, de ella aprendi que aun siendo muy joven se puede ser responsable, luchador, dedicado a su vocación, puntual, dedicado.
La recuerdo con mucho cariño y ternura, era muy juguetona con todos los que tuvimos la fortuna de ser sus alumnos.
Hace un tiempo nos contactamos nuevamente gracias al poder de la redes sociales, sobra decirles que nuestras platicas son largas y muy entretenidas, chisten y anecdotas llegan a nuestras memorias, pero el respeto siempre esta presente.
Ella es la Profesora Lúz Marina Ortíz, mi segunda maestra y con la que tuve la dicha de cerrar con broche de oro mi etapa escolar.
Recuerdo perfectamente sus consejos, sus regaños, sus "si puedes Indira" "vos podes hacer eso mejor" ella siempre impulsandome hacia adelante y pidiendo lo mejor de mi y de mis compañeros de escuela, pues sabia que podiamos dar mucho mas para mejorar nuestro nivel educativo y así aprovechar de manera mejor las enseñanzas que nos brindaba con amor y esmero.
Ella tiene un carácter fuerte, pero es juguetona, amigable y muy dedicada a su profesión, me atrevo a decir que nacío para enseñar.
Como olvidar a la Profesora Norma Puerto, a simple viste era "El Teniente-Coronel" de la escuela, muy fuerte de carácter, enojona, regañona etc... Pero conociendola de manera mejor, ella es muy comprensible, excelente persona, preocupada siempre por el bienestar de su comunidad, de su escuela y sobre todo de los alumnos.
Ella y su esposo quien tambien es maestro a quien admiro mucho, son amigos personales de mi mami, tienen excelentes recuerdos juntos.
Gracias a las redes sociales me comunique con sus hijos en especial con uno de ellos y asi volvimos a la comunicación, nos reímos mucho cuando hablamos, le escucho su vos, esa vos que antes me dictaba mando y orden y ahora me dicta ternura y amor.
Se que todo lo estricta que fue era por mi bien y así lo comprendo, gracias por su amor y su rigor.
Quisiera armar un mural con fotos y descripciones de cada uno de mis Maestras y Maestros que tuve y sigo teniendo a lo largo de mi vida, pero con estas tres maestras les rindo un tributo a todos y cada uno de ellos, en especial a mi Tía, La Profesora Maritza Lainez a quien quiero y admiro profundamente.
Inculquemos en nuestras generaciones el respeto y amor por los Maestros.
A ustedes Maestros, mi respeto, y mi más sincero agradecimiento!!!